
Fundamentum iustitiae primum est ne cui noceatur
— Marco Tulio Cicerón
Por fin ha llegado el mes de agosto. Me gusta el verano porque además de que no hay que ir a la escuela, durante este mes mis padres tampoco trabajan y así puedo estar más tiempo con ellos. Aunque papá y mamá llevan mucho más tiempo de vacaciones y ya casi ni me acuerdo de las clases. El sol tiene otro color en agosto. El cielo está siempre despejado y, cuando llega la noche, las estrellas fugaces dibujan líneas de colores preciosos. Hay que tener paciencia y un poco de suerte para verlas.
Este mes de agosto es diferente. Lo noto. El anterior verano también lo fue, pero este lo es todavía más. El año pasado hubo muchos fuegos artificiales, pero no me gustaron nada: no eran muy bonitos y hacían mucho ruido, tanto que hasta papá y mamá se asustaban. Yo les decía que no pasaba nada, pero me mandaban callar. Nunca les había visto tan enfadados. Y también había muchísimas estrellas fugaces, incluso de día.
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